El Real Madrid desmonta a Xavi Pascual

La mirada perdida, cabizbajo por momentos, sin apenas reaccionar y con las manos metidas en los bolsillos por momentos. Superado por los acontecimientos. Ésa fue la sensación que transmitió Xavi Pascual, entrenador del Barcelona, en el segundo partido de la final ante el Real Madrid. Tocado ante la avalancha de juego, acierto e intensidad exhibida por el conjunto blanco, especialmente en el primer cuarto. 2-0 para el Real Madrid que ve cada vez más cerca ganar un triplete histórico.

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En el primer partido, el Barcelona fue siempre a remolque del Madrid pero con un arranque de orgullo y carácter en el último cuarto, se acercó lo suficiente al Madrid para evitar una victoria plácida de los blancos de la mano de un excepcional Mario Hezonja, ojo con este chico, con un magnífico 5 de 6 en triples. Pero sufrieron la baja del capitán Juan Carlos Navarro. Un importante golpe moral para un equipo incapaz de ganar un solo partido a domicilio en estos playoffs por el título.

Fue un espejismo. No hubo orgullo ni carácter en el segundo asalto de la final. El inicio del segundo partido mostró a un dominador Real Madrid que arrolló a un débil Barca con un contundente 31-10 en el primer cuarto. Con un demoledor 7 de 7 en triples liderados por un Sergio Llul desatado( 5 de 5), Rudy Fernández mostrando intensidad en defensa y ataque y Gustavo Ayón haciendo daño en la zona acompañado de Felipe Reyes. La defensa madridista hacía perder muchos balones al conjunto barcelonés y crearon una autopista hacia la canasta azulgrana. Si el Madrid es capaz de correr, el Barca no tiene nada que hacer. Ni ellos ni ningún equipo europeo. Al menos, en estos momentos. Solo queda la opción de intentar un partido lento y trabado. El ideario tradicional madridista de juego rápido, defensa y contraataque recuperado por Pablo Laso, no solo es atractivo y llena gradas. También gana títulos girando la inercia de la racha triunfal de los azulgrana, humillante por momentos para el conjunto de la capital. Además, consiguieron la tan deseada novena Copa de Europa.

Luego están las decisiones incomprensibles de Xavi Pascual. Abrines y Lampe abrieron el partido en el 5 titular, jugaron apenas 5 minutos y no volvieron a comparecer hasta finales del tercer cuarto e inicios del último con el partido ya totalmente decidido. No pidió ningún tiempo muerto hasta el tercer cuarto con el que intentar almenos parar el juego del Madrid. Solo la gran actuación de Doellman, 24 puntos, evitó que la paliza fuera mayor. Marcelinho Huertas naufragó en la dirección incapaz de contener a Llul. 100-80 fue el marcador final para alegría de unos aficionados que gritaban: » Queremos 100″. En 100 justos se quedaron. No hicieron falta ni siquiera los puntos de tiros libres. El Madrid no lanzó los primeros hasta el tercer cuarto. Un dato muy llamativo.

Un resultado espectacular para un juego espectacular. Llul y Rudy Fernández fueron imparables, el Real Madrid cargaba el rebote ofensivo para tener segundas oportunidades en ataque, hasta terceras, apabullando en intensidad a los barcelonistas. Al mando de las operaciones, como decíamos, Sergio Llul en el que pudo ser su último partido con el Real Madrid en casa, Houston le espera en la NBA con los brazos abiertos, dió una lección en defensa, acierto en ataque destrozando la defensa rival con sus triples y penetraciones. 24 puntos para un tip oque acumula 89 partidos esta temporada contando el Mundial. Más que nadie. Talento y pasión para liderar un equipo que aspira a ganarlo todo en la misma temporada. Algo que no consigue desde 1974.

El partido duró 10 minutos. El tiempo que tardó el Madrid en hundir al Barcelona con una actuación colosal y coral. Además de Llul y Rudy, Maciulis, Slaughter y Nocioni imprimiendo carácter a la defensa. Lo contrario de lo que ocurría hasta la llegada de Pablo Laso. Una redención al ciclo victorioso del Barcelona.

Mañana miércoles, primer match ball en el Palau con el que sentenciar la final de la Liga ACB con el aliciente de poder hacerlo con un claro 3-0. Como el Real Madrid de un tal Arvydas Sabonis en 1994.

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