Francia, pentacampeona del mundo

Hay equipos que trascienden su propio deporte para situarse en el imaginario colectivo de personas que no son admiradoras de ese deporte en concreto. Todos conocemos a Rossi y Marc Márquez aunque no nos gusten las motos. También conocemos a Severiano Ballesteros o Tiger Woods aunque no sigamos el golf. Y todos hemos oído hablar de Michael Jordan o Magic Johnson aunque no nos apasione el baloncesto. O de Ayrton Senna en la Fórmula 1.

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Lo mismo ocurre con el balonmano que este fin de semana ha celebrado la final de su campeonato del mundo. Ha ganado nuevamente Francia que se convierte en pentacampeona del mundo después de sus títulos de 1995, 2001, 2009 y 2011. Es la primera selección que lo consigue. Una leyenda que se agranda día a día sostenida en este mundial por un coloso competitivo como Nikola Karabatic y un portento en la portería, Omeyer, elegido como el mejor jugador del torneo.

La desgracia es que una selección española enormemente competitiva se tuvo que enfrentar a Francia en semifinales y nos cerró el paso a la final no pudiendo defender el título de 2013. Francia es nuestra peor bestia negra en balonmano. Es el equipo que siempre nos elimina y nos impide a llegar a cotas mayores. Algo parecido a lo que nuestra selección de baloncesto es para Francia. Hasta el último Mundial celebrado hace escasos meses en España. Desolados después de la derrota ante Francia, la selección española se desinfló en la lucha por el tercer puesto ante Polonia y quedó fuera de las medallas.

Aparentemente Francia no tiene defectos. Desde contar con un líder en la pista y el vestuario como Karabatic a a un entrenador, Claude Onesta, con la suficiente inteligencia para dejar que su jugador estrella diriga algunos tiempos muertos para guiar a sus compañeros. La inteligencia de no ser arrogante y saber mirar más allá en bien del equipo. Eso, junto a la lucha, la competitividad, una defensa espectacular y la calidad grupal hacen de Francia un equipo temible.

Enfrente de Francia en la final quedaba Qatar. Bueno, los jugadores nacionalizados por Qatar habría que decir más bien. La selección dirigida por el español Valero Rivera, otro mito en el banquillo, construyó su equipo a base de talonario acudiendo al mercado a fichar jugadores cómo si fuera un club de la NBA. Algo que en otros deportes no está permitido. En Baloncesto por ejemplo, solo se admite un jugador nacionalizado por selección. Aquí no. Pero fichar a golpe de talonario no implica tener éxito. Para eso se necesita conjuntar un equipo. Para eso contrataron a Valero Rivera. En muchos momentos del partido la selección anfitriona plantaba cara a Francia tratando de dar la sorpresa. Pero la experiencia francesa unida al carácter ganador de un grupo histórico hicieron imposible culminar la victoria. En ocasiones, el dinero no lo puede todo. Aunque venga regado con petrodólares.

A España le toca ahora luchar en el Preolímpico a celebrar en Abril por una plaza en los próximos Juegos de Río. Buscando una revancha deportiva que aleje nuestros fantasmas más allá de los Pirineos.

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