El ridículo del Real Madrid

Un equipo en estado de descomposición. Esa es la imagen que transmitió el pasado martes el Real Madrid en el partido de vuelta de los octavos de final de la Champions League ante el Schalke 04 alemán. Después de vencer en la ida por 0-2, el Real Madrid perdía 3-4 en el Santiago Bernabéu clasificándose in extremis para los cuartos de final.

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Una defensa descolocada y sin ritmo donde solo se salvó Pepe. Coentrao y Arbeloa fueron cambiados antes de terminar el partido incapaces de poner orden en los laterales y Varane estuvo fuera de sitio toda la noche. En la portería, Iker Casillas era un manojo de nervios y estuvo fallón todo el partido, aunque emergió en los últimos 5 minutos con un par de paradas que salvaron al equipo. Pero su falta de confianza se puso de manifiesto otra vez. El centro del campo fue un agujero negro. A la espalda de Toni Kroos se filtraron los atacantes alemanes continuamente para entrar en el area del Madrid. Solo Isco dejaba deatalles y Khedira sigue desaparecido como el resto de la temporada.

Cuesta mucho creer que este equipo fuera el mismo que maravilló a todo el mundo en los meses de Noviembre y Diciembre con un fútbol espectacular, fluido y combinativo. Hay una mezcla de cansancio físico y mental que podrían explicar parte de lo sucedido. La incapacidad de Ancelotti, propia o impuesta desde el palco, de cambiar el libreto de jugar por decreto con los tres de arriba( la BBC de Bale, Benzema y Cristiano, » son innegociables») lastran la marcha del equipo. Para que ese sistema funcione se necesita una mayor colaboración defensiva de los delanteros porque si no el equipo se parte en dos. Los 3 de arriba miran y solo se esfuerzan en ataque. Ahí radica la labor del entrenador: convercerles de que tienen que ayudar o cambiar el sistema si no lo hacen. Ancelotti no ha hecho ni una cosa ni la otra.

Venía el Real Madrid de empatar en casa ante el Villarreal y perder ante el Athletic Bilbao siendo superado por el Barcelona en el liderato de la Liga. Pero lo del martes fue peor. Compareció el equipo sin intensidad y los primeros pitidos no tardaron ni diez minutos. El público no comprendía lo que pasaba y eso que el aficionado Champions madridista suele ser más generoso, o menos exigente, que el liguero. Cuando el equipo alemán se acercaba a la portería de Casillas, muchos jugadores se quedaban mirando, sin presionar ni intentar quitar la pelota al rival.

Sin la más mínima solidaridad entre los jugadores y sin dirección de equipo desde el banquillo. Cuando el equipo maravillaba hace escasos meses era por eso. Eran un equipo. Ahora no. Existe una desconexión total entre los jugadores de arriba y el resto. Por más reproches que le hagan, no ayudan en defensa y el equipo se descompone. Además, está el bajon físico del equipo. Por mucho que lo nieguen, se nota. No hay ya la frescura necesaria para que los mejores jugadores lleguen en un buen momento físico al momento clave de la temporada. Los escasos cambios que hace Ancelotti jugando casi siempre con los mismos once jugadores, salvo lesiones o sanciones, ocasionan un doble perjuicio: cansancio y desgaste para los titulares y desmotivación en los suplentes por la escasez de oportunidades ante la nulidad de rotaciones del entrenador. El rompecabezas que Ancelotti no acierta a resolver.

Al final, se salvó el Madrid de la eliminación de milagro con el recuerdo de la eliminatoria ante el Odense muy presente. De lo que no se libró fue de la enorme pintada al final del partido. Si durante el partido los pitos estuvieron muy presentes ante la pasividad del equipo, al final estalló la cólera. Y contra prácticamente todos. No se salvó nadie de la reprimenda. Cristiano Ronaldo intentó irse rápidamente al vestuario pero fue retenido por Iker Casillas para que saludara con el resto de compañeros a los aficionados. Como si quisiera que la culpa fuera compartida y no se cebaran con el capitán los gritos del público. Al fin y al cabo, el portugués marcó dos goles y Casillas falló en alguno. También podría pedir Casillas a algún amigo periodista suyo, como Fernando Burgos de Onda Cero, que no insultara a los que no piensan como él respecto a las actuaciones del capitán blanco. Los llamó bobos. La afinidad personal no debe transformarte en un hooligan radiofónico.

http://youtu.be/V4uGwTEdOFk

Cristiano Ronaldo marcó dos goles pero parecía permanentemente cabreado. Con él mismo, con el público y con los astros. Su reacción posterior al partido en la zona mixta refleja algo típico de él. Su comportamiento a veces infantil. «No hablaré hasta final de temporada«. Bueno, tampoco se pierde mucho.

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