Djokovic enfría a Nadal

Era previsible. En un munto tan competitivo como el tenis profesional del más alto nivel las cosas no suelen cambiar radicalmente en unas pocas semanas. Si tu juego y tu mente arrastran dudas durante muchos meses seguidos, es imposible que te recuperes de la noche a la mañana. No hay pociones máginas para ello.

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Eso lo sabe muy bien Rafa Nadal. Su trayectoria de campeón todos estos años pasados estaba basada en una mezcla de tenis, capacidad de sufrimiento, fortaleza física y mental y la cabeza mejor amueblada del cirucito capaz de superar los momentos más adversos. Tenis y cabeza. Una combinación ganadora que le permitió dominar el circuito y encadenar victoria tras victoria en Roland Garros sin que nadie se acercara a él.

Ahora es distinto. Ni siquiera con la temporada de tierra batida, Nadal puede superar a Djokovic, actual número uno y dominador del circuito que ha conseguido algo inédito: ganar los 3 primeros torneos Masters 1000 de la temporada igualando los 23 de Roger Federer y quedando a 4 del record de Nadal. Ya no hay superficie que se le resista y empieza a presentar su candidatura para ganar el próximo Roland Garros y conquistar el único torneo de Grand Slam que le falta en su palmarés.

Nadal y Djokovic se enfrentaron el pasado sábado en semifinales del torneo de Montecarlo. 23-20 es el balance general favorable a Nadal en sus enfrentamientos con el serbio pero con una clara tendencia contraria al balear en el último año. Sus problemas físicos y las dudas provocados por ello en su mente hacen que el futuro más inmediato no sea el mejor para el tenista español. Tampoco le sirvió empezar el partido ante Djokovic ganando en el primer set por 2-0. El serbio ya no es ese jugador inestable mentalmente capaz de lo mejor y lo peor en el mismo juego, sobre todo cuando se enfrentaba a Nadal. Su juego y su confianza han aumentado exponencialmente. En cualquier superficie y ante cualquier rival. Ahora es él quien tiene la fortaleza mental y una variedad de golpes y estrategias, ofensivas y defensivas, que le convierten en un muro casi infranqueable para sus rivales.

6-3 y 6-3 en hora y media de partido que le valió a Djokovic para plantarse en la final de Montecarlo donde derrotó al checo Berdych en un partido mucho más duro. 2 horas y 37 minutos de partido para un resultado final de 7-5, 4-6 y 6-3 con un parón incluido de una hora por la lluvia. Ni eso le desconcentró al serbio que gana su segundo título en Montecarlo.

Lejos queda todavía Roland Garros. Lejos pero muy cerca en realidad encadenando torneo tras torneo de tierra batida donde Nadal debe mejorar para encontrar sus mejores prestaciones en su superficie preferida. El rey de la tierra batida tiene margen de mejorar por la confianza acumulada en temporadas anteriores. Pero Djokovic no se lo pondrá fácil. Los campeones suelen hacer sangre cuando ven momentos de debilidad en el contrario.

La encrucijada de Nadal no termina. Al reconocer que estaba pasando momentos de ansiedad en algunas fases de los partidos, el tenista balear no hacía más que decir lo que transmitía en la pista: inseguridad. Y ésa era una de sus principales armas. Por muy difícil que estuviera un juego o un partido, él siempre respondía, nunca abandonaba. Podrían ganarle alguna vez pero no porque no lo diera todo o su cabeza no funcionara. Simplemente sucedía porque alguien jugaba mejor que él. Algo que pocas veces ocurría. Ahora es al contrario. Ya no es infalible. Al menos, en estos momentos.

https://youtu.be/bBP0ehwswqo

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